Érase una vez un rey y una reina que eran tan hermosos que no había otros iguales en la tierra. Sucedió que ella se puso enferma y, cuando sintió que iba a morir, llamó al rey y le dijo:
—Si después de mi muerte quieres casarte hazlo y se feliz, pero prométeme que cuidaras y la darás lo mejor a nuestra hija hasta tus últimos días.
El rey estuvo inconsolable durante mucho tiempo, pero finalmente se ocupo de que su hija tuviera los mejores cuidados.
Hasta que un día el reino se empobreció, como el rey quería lo mejor para su hija, empezó a vender todas las cosas del castillo, los candelabros, los cuadros, las joyas del rey, pero no hallo la solución, por ello el rey pidió ayuda a sus consejeros, y estos le dieron la única solución.
—No hay otra salida. La princesa deberá casarse con un príncipe tan rico que ayude al reino a volver a sus mejores tiempos.
A continuación se enviaron mensajeros por doquier en búsqueda del príncipe más rico de todos los reinos, que tendría que casarse con su hija, por más que buscaron no encontraron a ningún príncipe tan rico que pudiera salvar el reino. Pero pasado muchos años encontraron al malvado príncipe Gargamel, que vivía en un reino muy muy lejano, era tan rico tan rico que su castillo era entero de oro, y este acepto el compromiso de casarse con la princesa sin pensárselo.
Cuando encontraron el príncipe que se casaría con la princesa, esta ya era mayor y era tan bella como sus padres, aun sabiendo la situación en la que se encontraba el reino, la princesa estaba asustada de casarse con alguien que ella no amaba.
Por lo que su padre la tranquilizo diciéndola: - tranquila cariño cuando se celebre la boda ya os iréis conociendo y como viviréis aquí siempre estaré a tu lado.
Pero cuando Gargamel llego al reino anuncio que después de la boda se irían a vivir juntos en su lejano reino, la princesa se asustó todavía más cuando supo la noticia. Sin embargo, esperaba que su padre le hiciera desistir de su decisión. Entonces le dijo a su padre que le pidiera lo siguiente al príncipe:
—Antes de que se cumpla el día de la boda, tengo que tener tres diademas para acompañar los tres vestidos que herede de mi madre: una tendrá que ser tan azul como el cielo, otra tan roja como el fuego y por ultimo otra tan verde como la hierba; luego para abrigarme en esta época tan fría quiero una capa hecha de toda clases de plumas de todas las aves existentes en el reino.
Ella pensó: «Es casi imposible lograr esto, y mientras tanto podré buscar la solución para no tener que casarme con este malvado príncipe y separarme de mi hogar.»
El rey hizo lo que su hija le pidió pero Gargamel no cedió, y prometió tener lo que la princesa había deseado, y para ello pidió a los mejores joyeros de su reino que realizaran las tres diademas con la mejores piedras preciosas del reino para tener esas tres diademas, y para realizar la capa de plumas mando a los cazadores de su reino en búsqueda de las mejores plumas para que la mejor de sus tejedoras confeccionará la capa de color arco iris,
Finalmente, cuando todo estuvo preparado, el príncipe hizo traer el abrigo, lo extendió ante ella y dijo:
—Mañana se celebrará la boda.
Cuando la princesa vio que no había esperanza alguna y que la boda se iba a celebrar, tomó la decisión de huir en la noche, mientras todos dormían. Se levantó y cogió tres de sus tesoros: los tres vestidos que heredo de su madre, junto con las tres diademas los metio en un saco, se puso la capa de plumas de color arco iris, y se tiznó la cara y las manos.
Después partió, ando toda la noche hasta que llegó a la zona rocosa del bosque. Como estaba muy cansada, busco una cueva donde resguardarse y se durmió.
Salió el sol y ella seguía durmiendo; se hizo completamente de día y aún continuaba durmiendo. Entonces sucedió que el príncipe al que pertenecía el bosque fue a cazar allí. Llegaron sus perros a la cueva, lo olfatearon y corrieron a su alrededor ladrando. El príncipe dijo a los cazadores:
—Mirad a ver qué clase de animal salvaje se ha escondido ahí.
Los cazadores obedecieron el mandato y, cuando regresaron, le dijeron:
—En la cueva hay un animal maravilloso, como no hemos visto otro igual; su plumaje es de toda clase de colores, está echado y duerme.
—Mirad a ver si podéis apresarlo vivo —dijo el príncipe—; atadlo luego al carruaje y traedlo con vosotros.
Al apresar los cazadores a la joven, ésta se despertó sobresaltada y les dijo:
—Soy una pobre criatura, abandonada de padre y madre; compadeceos de mí y llevadme con vosotros.
Entonces ellos dijeron.
—«Arco iris», tú sirves para estar en la cocina; vente y ayudarás en la cocina.
Así pues, la sentaron en el carruaje y la llevaron hasta el palacio real. Le asignaron una pequeña habitación bajo la escalera, donde no entraba casi la luz, y dijeron:
—Pajarillo salvaje, ahí puedes vivir y dormir.
Luego la enviaron a la cocina y ella traía el agua, la leña, atizaba el fuego, desplumaba las aves, limpiaba las verduras, barría la ceniza y demás tareas relacionadas con la cocina. Aunque siempre que tenía tiempo observaba al príncipe por la ventana de la cocina. Así vivió «Arco iris» pobremente durante mucho tiempo. — ¡Ay, pobre princesa, qué será de mi! — pensaba.
Pero sucedió que se iba a celebrar una fiesta de tres días en el palacio para elegir la pretendienta del príncipe, así que cuando llego el primer día, ella le dijo al cocinero:
— ¿Puedo subir y mirar un poco? Me colocaré tras la puerta y no me verá nadie.
El cocinero dijo:
—Ve, pero no vuelas muy tarde que tienes que ayudarme en las tareas de aquí.
Corriendo fue a su habitación, se quitó sus ropas y se lavó el hollín de la cara y las manos, de manera que su belleza volvió a salir a la luz. Luego abrió el saco y cogió el vestido tan azul como el cielo y se puso la diadema de zafiros tan azul como su vestido. Hecho esto, subió a la fiesta y todos le cedían el paso, pues nadie la conocía y pensaban que era una princesa. El príncipe le salió al paso, le dio la mano y bailó con ella pensando para sí: «Nunca he visto otra mujer más hermosa.»
Antes de terminar el baile, se inclinó y, cuando el rey miró a su alrededor, había desaparecido sin que nadie supiera a dónde había ido. Se llamó a los vigilantes que estaban ante palacio, pero nadie la había visto. Entre tanto, ella fue a su habitación, se quitó rápidamente el vestido y la diadema, se tiznó la cara y las manos, se puso otra vez sus ropas y quedó convertida en «Arco iris». Cuando llegó a la cocina y quiso ponerse a trabajar pero le dijo el cocinero:
—Déjalo hasta mañana. Hazme la sopa para el príncipe, por favor, y llévala a su dormitorio.
El cocinero se fue y la muchacha hizo la sopa para el príncipe. Le hizo una sopa de pan todo lo mejor que supo y, cuando estuvo terminada, cogió de su habitación la diadema de zafiros arranco una sus piedras y lo puso en la fuente en la que estaba preparada la sopa. Cuando el baile terminó, el príncipe pidió la sopa, «Arco iris» se la llevo a la habitación y se fue, mientras el príncipe se la comió, y le gustó tanto que pensó que nunca había comido otra igual. Al llegar al fondo de la fuente, vio una piedra azul, un zafiro y no pudo comprender cómo había llegado hasta allí. Entonces a la mañana siguiente ordenó al cocinero que se presentara ante él, cuando llego el príncipe le preguntó quién había preparado la sopa. El cocinero respondió:
— ¡La he preparado yo! ¿Le pasaba algo?, ¿tan mala estaba?
Pero el príncipe dijo:
— ¿De verdad?; estaba hecha de otra manera y mejor que otras veces.
El cocinero contestó:
— si si la he hecho yo ¿Quién si no?
—Bueno está bien, dijo el príncipe.
Esa misma noche se celebro el segundo día de la fiesta, y «Arco iris» le volvió a pedir al cocinero que por favor la dejara mirar como la última vez.
Después de hacerse de rogar el cocinero la contesto —Bueno vale…, pero vuelve pronto que tienes que hacer cosas aquí, además de cocinar la sopa del príncipe—.
Ella se dirigió entonces a su habitación, se lavó velozmente, cogió del saco el vestido que era tan rojo como el fuego junto con la diadema de rubís del mismo color, y se lo puso. Subió y parecía una princesa. El príncipe salió a su encuentro y se alegró de verla de nuevo y, como empezaba en ese momento el baile, bailaron juntos, el príncipe aprovecho para averiguar algo más sobre ella, pero no saco nada en claro. Cuando estaba apunto de terminar el baile, desapareció tan rápidamente que el príncipe no pudo ver a dónde se dirigía.
Ella corrió a su habitación y se convirtió de nuevo en el pajarillo salvaje y fue a la cocina para preparar la sopa de pan. Aprovechando que el cocinero estaba arriba, cogió un rubí de su diadema más roja que el fuego y lo metió en la fuente, de tal manera que vertió la sopa del príncipe por encima de la piedra, y se la llevó al príncipe, que al comérsela descubrió al final el rubí, le pregunto a «Arco iris», que en esta ocasión se había quedado a la espera que el príncipe la terminara, — ¿Sabes algo de esto? Le dijo señalando la piedra—.
— No, lo siento señor, le respondió rápidamente «Arco iris», que cogió la fuente de la sopa y salió de la habitación.
Como la anterior vez el príncipe a la mañana siguiente bajo a la cocina y preguntó al cocinero quién había hecho esa rica sopa, pero como en la anterior ocasión el cocinero le dijo que había sido él, el que había preparado la sopa.
Y llego la tercera noche, era la última noche, la última oportunidad que tenían las para conquistar al príncipe, ya que al día siguiente era cuando el príncipe elegía a la princesa que sería su esposa.
Cuando llego la hora del baile la princesa pidió permiso al cocinero, pero en esta ocasión tuvo que insistirle mucho más que en las otras ocasiones, aunque finamente la dejo ir. Corrió a su habitación se lavó y se puso el vestido tan verde como hierba que era más bonito que los anteriores, y junto a este la diadema de esmeraldas tan verdes como el vestido y finalmente entró en la sala todo el mundo la miraba y el príncipe fue hacia ella y bailó nuevamente con la hermosa doncella y pensaba que nunca había estado tan hermosa. Mientras bailaban, sin que ella se diera cuenta, le puso en el dedo un anillo de oro con un gran diamante.
Cuando el baile estaba apunto de acabar y quiso irse, el príncipe intento retenerla por las manos, pero ella insistía en que se tenía que ir, al igual que el príncipe en que se quedara, pero finalmente se soltó y se mezcló entre la gente tan rápidamente, que desapareció de su vista. Corrió todo lo que pudo hasta su habitación, y como se había entretenido mucho, se quito el vestido rápidamente, pero con las prisas se tizno solamente la cara. «Arco iris» se dirigió corriendo a la cocina, hizo la sopa de pan para el príncipe y en un momento en que el cocinero salió, puso dentro una de las esmeraldas que había arrancado de la diadema tan verde como la hierba.
Se la llevo al príncipe, y en esta ocasión también la pidió que esperara para llevarse el cuenco, antes de empezar a comer el príncipe rebusco con la cuchara y encontró la esmeralda en el fondo. La pregunto si sabía algo de aquello, pero ella respondió que no, que no sabía nada, y la volvió a preguntar con la piedra en la mano: — Pero, ¿Sabes qué es esto? — Acercándosela, no, respondió ella,
— Pero, mírala — insistió el príncipe. Ella la miro y respondió: — ¿una piedra preciosa?, de forma interrogativa.
—Si efectivamente, pero es una esmeralda muy especial —, dijo el príncipe mientras se la acercaba.
— ¿una esmeralda muy especial?, repitió extrañada «Arco iris », — si— respondió él, que ya se encontraba a su lado. —Es tan especial como la piedra de este anillo— la dijo mientras la cogía de la mano, «Arco iris» que no se había dado cuenta de que tenía un anillo en su mano, miró al príncipe sorprendida y este le dijo — tu eres con la que he bailado estas tres noches, no se quién eres, no me importa quién, lo único que se, es que me quiero casar contigo, porque eres la persona más inteligente y maravillosa que he conocido en mi vida, así que lo único que te pido es qué me digas quién eres, porque quiero saber a quien amo—. La princesa le explicó su historia, y el príncipe le dijo, que no se preocupara que eso no impedía que ella fuera en su esposa.
En poco tiempo se celebró la boda, vivieron felices y comieron perdices.
FIN
Para esta adaptación, al igual que otras posteriores he tenido en cuenta el viaje iniciático de la protagonista porque estos pasos que sigue no tienen que quitarse, aunque si los podemos modificar, por ejemplo en este cuento no podemos eliminar el problema que fomenta la salida del reino a la princesa, los tres regalos, la acogida de la princesa en el otro reino, los tres bailes, al igual que las tres sopas y por ultimo el descubrimiento de la verdadera identidad de la princesa por el príncipe.
Tenemos que tener muy en cuenta estos pasos cuando realicemos adaptaciones de cuentos folclóricos, ya que si no lo hacemos crearemos nuevos cuentos en vez de realizar adaptaciones.
Teniendo todo esto en cuenta podemos realizar esta actividad para adaptar cuentos según gustos, necesidades y características de nuestros alumnos.
Perfecto.
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